En los setenta, el personal directo e indirecto de la fábrica de cemento venía a desayunar al bar. Las mañanas eran muy moviditas. Desde las cinco de la mañana estaba la cafetera express en marcha. Un día, probablemente por algún despiste:
¡Pummmmmmmmmmmmmmmmm!
La cafetera salió volando y rompió el techo. Hizo un agujero enorme en la plancha de uralita. Incluso la tapa de la cafetera cayó en el patio de Carmelita, una vecina. Así, muchos se acercaron para ver qué había pasado ya que el estruendo se escuchó a cientos de metros.
¡Esté más atento Juanito!